Grace se detuvo, y al hacerlo las nubes se abrieron y dejaron pasar la luz de la luna. Fue como si la luz, antes tan compasiva y tenue, se negara finalmente a seguir encubriendo al pueblo. Ahora la luz penetraba en cada una de las irregularidades y defectos de los edificios y de las personas. De repente supo muy bien quál era la respuesta a la pregunta: si hubiera actuado como ellos, nó habría podido defender ninguno de sus actos ni habría podido condenarlos con suficiente dureza. Fue como si su tristeza y su dolor ocuparan por fin el lugar que les correspondía. Nó, lo que habían hecho nó era lo suficientemente bueno, y si uno tenía poder para enmendarlo, su deber era hacerlo, por el bien de otros pueblos, por el bien de la humanidad, y por si fuera poco, por el bien del ser humano, que era la propia Grace.
-Si un pueblo pudiera desaparecer para beneficiar al mundo, sería éste.
-¿Sí?
-Matadlos y quemad el pueblo.
-Hay una familia con niños. Que los maten primero y que la madre lo vea. Que los maten uno a uno y que le digan que pararán si puede controlar las lágrimas.
miércoles, 10 de junio de 2009
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